Que el diseño también sea marca país

Ivette

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ENTREVISTA A NORBERTO CHAVES

Que el diseño también sea marca país

Ivette Leyva García

Norberto Chaves, experto en imagen corporativa.

En Cuba, ni siquiera los eventos escapan a las colas; se hacen filas para recoger una credencial o un programa, comprar un libro que sacan a la venta en exclusiva, tomar el café del tiempo intermedio o conseguir el diploma de participación.

Pero si ese evento es de Comunicación o Diseño y Norberto Chaves ha sido invitado, entonces la cola más larga es la que se hace para hablar con él, para invitarlo a una charla o a un taller; para tener el privilegio de un tiempo de aprendizaje con este experto en temas de comunicación corporativa, autor de innumerables ensayos, amigo entrañable de nuestro país.

A pesar de sus tantos compromisos, durante su más reciente estancia en la capital cubana tuvo a bien conversar con La Tiza, a propósito del 40 aniversario de la Oficina Nacional de Diseño (ONDi).

―¿De qué manera se inicia la relación de Norberto Chaves con los diseñadores cubanos y sus instituciones?

―Cuando llegué por primera vez a La Habana, a finales del año 1996, traía conmigo una serie de contactos. El más notorio era el de José (Pepe) Cuendias, quien en aquel entonces dirigía tanto el Instituto Superior de Diseño (ISDi), como la ONDi.

“Del modo en que yo las recuerdo, las dos instituciones estaban muy unidas, muy relacionadas. Me involucré mucho con el diseño cubano desde la acción pedagógica, en el ISDi. Una experiencia decisiva para mí fue cuando el Instituto me nombró miembro del claustro de profesores, a título de Profesor Invitado, de lo cual estoy muy orgulloso. Es la única institución del mundo cuyo claustro de docentes integro.

“Otro elemento de unión muy fuerte se dio cuando Pepe promovió, ante el Ministerio de Turismo (MINTUR), la creación de la marca Cuba. La ONDi jugó un papel muy dinámico en la promoción de ese proyecto, el cual se canalizó a través de Publicitur, la agencia de comunicación del MINTUR. Fue una experiencia muy rica.

“En mi persona recayó la coordinacióndel proyecto. Creo que fue el trabajo más importante que hice en Cuba y, cuando hablo de él, siempre resalto la enorme virtud o privilegio de que se hiciera con diseñadores cubanos.

“En el mundo, el diseño de las marcas país suele encargarse a grandes multinacionales que rara vez tienen un conocimiento detallado de la nación que están identificando. Ello no quiere decir que no lo puedan asumir, si previamente hacen el estudio y la investigación adecuada. Pero, en este caso, fue un proyecto que nació desde adentro, y fue la ONDi quien asumió con mayor protagonismo la tarea de impulsarlo a nivel de gobierno, hasta que llegó a ser aprobado.”

―Ha remarcado usted la singularidad de que la marca país la hayan hecho diseñadores cubanos. ¿Tuvo alguna dificultad al trabajar con profesionales que no tenían experiencia en un proyecto como este?

―No –afirma rotundo.

“El equipo de diseñadores, que eran diez, muy distintos todos, captó a gran velocidad las consignas básicas para abordar el diseño, con lo cual, en este momento, entre las marcas país más diáfanasy de más alta calidad del mundo, está la de Cuba.

Marca país.

“Si ellos hubieran tenido este perfil de diseñador histriónico, egocéntrico y artístico, difícilmente hubieran escuchado con atención las recomendaciones. Yo traía una fuerte experiencia de España y de Argentina, por lo que mi función de coordinador, de gestor de proyectos, evidentemente ayudó.

“Recuerdo que les dije, casi como consigna literaria: Primero, ustedes trabajen pensando que la marca país existe, que no hay que diseñarla, hay que encontrarla, anda por ahí, en los matojos. Segundo, cuando la encuentren, la diseñan de modo tal que se pueda dictar por teléfono. Y cogieron al vuelo la idea.

“Empezaron a explorar la iconografía local y fueron descartando, hasta que concluyeron que debían refugiarse en los símbolos nacionales. Ahí se percataron de que el famoso triángulo aparecía ya en el siglo XIX. Entonces ¡la encontraron!, la “limpiaron” y se pudo dictar por teléfono.

“Insisto, hubo una tarea de dirección, luego respaldada por dos grandes maestros como América Sánchez y Rubén Fontana. Pero no se hubiese llegado a buen puerto si no fuera porque hubo un equipo de diseñadores hipersensibles y además muy rápidos en entender las consignas. Esa versatilidad, esa falta de tozudez, fue muy notoria”.

―A partir de su conocimiento de la realidad cubana e internacional, ¿en qué aspectos usted recomendaría que centrara la ONDi su mirada, tras arribar a sus cuatro décadas?

―Para mí, hay dos exigencias que se debían cuidar mucho. Primero, no ser tolerante con lo defectuoso. Es importante que la Oficina desarrolle lo que yo siempre llamo capacidad jurídica; es decir, que se rodee o convoque a verdaderas autoridades en el tema, las cuales puedan definir los resultados de mayor calidad.

“Los diseñadores cubanos tienen que lograr el mismo prestigio que los músicos y los médicos del país. En Europa, por ejemplo, incluso entre quienes consumen prensa antisocial de ultraderecha, nadie ignora que en Cuba hay muy buena medicina y, por supuesto, excelentes músicos. Eso tendría que lograrse también con el diseño.

“Para ello hay que ser inflexibles con la calidad. En general, Cuba ha incurrido, en cuanto al diseño, especialmente de productos, en una actitud muy aislacionista. Hay cosas muy buenas y otras muy obsoletas. Los diseños de productos más avanzados, en general, están vinculados con países con mayor desarrollo tecnológico.

“Frente a esto hay que tener una consigna como la de la Bauhaus: lograr altísimos diseños con trabajo artesanal, pero no pretender que una silla artesanal parezca de alta industria, porque entonces queda como una mala copia.

“Se pueden hacer obras maestras artesanalmente; por ejemplo, el famoso sillón BKF, de Bonet, Kurchan y Ferrari, el cual se ha ido mejorando, pero es exactamente la misma pieza inicial: varilla de hierro redondo doblada y piel cosida. Es un tótem del diseño de muebles hoy día, después de más de medio siglo.

Sillón BKF, de Bonet, Kurchan y Ferrari.

“Creo que hay que definir una nueva estrategia de desarrollo de calidad del diseño en Cuba, acorde con sus recursos. No es válido excusarse en la falta de alta tecnología para el mal diseño. Hace falta pensamiento estratégico y el lugar para desarrollarlo es la ONDi, tienen los recursos humanos en condiciones para hacerlo”.

―En nuestro país no solo tenemos la limitante de la tecnología a la cual usted se refiere, sino la de la incomprensión cultural que existe, alrededor del diseño, en quienes deciden dónde colocarlo y dónde no. ¿Qué opina usted sobre la labor de promoción en torno a la profesión?

―Este es un tema que conozco bastante, porque cuando llegué a España, hace 42 años, tuve que hacer una enorme tarea de promoción y de concienciación entre el empresariado español. Creo que es preciso una estrategia eficiente, no voluntarista y, en este sentido, lo mejor es dar respaldo a dos o tres organizaciones empresariales que obtengan logros importantes en diseño, para que luego sean estas las que obren como persuasoras de las demás.

“Yo asesoré, por ejemplo, el programa Moda de España, para el lanzamiento de las primeras figuras de este sector en el país. Los empresarios inmediatamente vieron que se estaban quedando atrás, y al poco rato estaban poniendo dinero para conseguir buenos diseñadores, buena imagen.

“El Estado español puso dinero a fondo perdido, al 50 %, para lanzar las empresas de diseño de moda al extranjero y que se presentaran en los grandes salones y las pasarelas, pero con condiciones. Es decir, la empresa tenía que traer un buen producto, una colección digna de ser enviada al exterior; además, esta debía tener una excelente gráfica, impecables prospectos o folletos. A quienes cumplían con estas exigencias se les financiaba y, a los otros, se les explicaba que vinieran el año siguiente. No es una cosa de asistencialismo, se trata de impulsar la cultura para que esté a la altura internacional, y en España se consiguió.

“Para lograr esto es importante contar con equipos consultores o jurados muy exigentes. No se pueden mostrar resultados defectuosos, porque entonces predicamos con el mal ejemplo. No ayuda la actitud de tolerancia, de conformismo. También me preocupa que, en aras de la creatividad y de la calidad, podemos caer en una desatención de los contenidos y en la tentación de entrar a la carrera consumista”.

―Usted comenzó diciendo que llegó a Cuba y a las instituciones de diseño cubanas con el contacto de Pepe Cuendias, quien fuera por muchos años director de la ONDi y rector del ISDi. ¿Cómo lo recuerda?

―La primera vez que estuve en Cuba, traía el encargo de hacerle llegar a Pepe unos libros de diseño que había enviado una amiga. Pedí la cita, llegué, no nos conocíamos de nada. Hablamos un poquito y rápidamente me dijo: quiero que vengas al ISDi, porque los muchachos necesitan escucharte. Así empecé con los seminarios y otras actividades.

“A partir de ahí, apareció el vínculo con el Ministerio del Turismo, porque la publicidad había que mejorarla, era muy estándar. Me mandaron a Buenos Aires la invitación para que viniera a sumarme al jurado integrado por el MINTUR y la ONDi, para elegir en un concurso de agencias quién trabajaría la comunicación del sector. Después vino, también gracias al empuje de Pepe, el proyecto de la marca país.

“Siempre me apoyó, siempre. Y fue un gran amigo, un leal amigo que se fue mucho antes de lo que debía. Dejó una saga de gente con su espíritu, porque era una persona serena, no era un crispado, muy luchador, muy peleador y muy emprendedor. Las cosas las tenía claras, por eso promovió tanto. Él fue la puerta grande de mi entrada a Cuba, a este país que es un lugar de privilegio, aunque alguna gente solo vea lo malo. Yo, aquí, tengo la experiencia de la libertad”.

n de la agencia Publicitur, durante el proceso de diseño de la marca país.
Variantes del proceso de búsqueda de la marca país cubana.
, de izquierda a derecha, Rubén Fontana; Gisela Herrero, actual jefa de la ONDi; el diseñador argentino América Sánchez; Juan Pardo Cruz, entonces director de PUBLICITUR; Norberto Chaves; Eidhy Oria, diseñador de la agencia y Dunia Rivero, directiva de la publicitaria. Sobre la mesa pueden verse imágenes del concepto seleccionado.

 

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